
Iglesia
Evangélica Metodista Argentina
Tte. Ibáñez 255 –
Neuquén
3 de Febrero
2211 – Gral. Roca - Rio Negro
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442-4037
CARTA
PASTORAL
Tiempo Pascual
“La noche de ese mismo
día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada,
por miedo a los judíos. En eso llego Jesús, se puso en medio de ellos y les
dijo:
-La paz sea con ustedes-.
Y mientras les decía esto, les mostro sus manos y su costado. Y los discípulos
se regocijaron al ver al Señor. Entonces Jesús les dijo una vez más: -La paz
sea con ustedes, así como el Padre me envió, así los envío a ustedes-. Y
habiendo dicho esto, soplo y les dijo: -Reciban el Espíritu Santo-.”
Juan 20:19-22

Hoy,
cuando pienso en esto no puedo dejar de mencionar los abusos que nuestra
sociedad vive en la actualidad. Pienso en los abusos sufridos por los más
débiles de nuestra humanidad, los niños/as a quienes se les arrebata la
inocente infancia brutalmente, empujándolos a vivir situaciones atroces como la
pobreza extrema, el hambre y el trabajo infantil, el abuso sexual o el secuestro
para su posterior venta… Pienso en los ancianos abandonados en hospitales e
instituciones, sin un abrazo o la compañía de sus seres queridos. Pienso en las
mujeres que son secuestradas para obligarlas a vender su sexo a personas
inescrupulosas o son violentadas o quemadas por sus parejas. Pienso en los
abusos laborales sufridos por hombres y mujeres y en las injusticias sociales.
Todo esto dibuja claramente una extrema situación de “esclavitud” a la que nos
somete este mundo moderno.
Aquellos
discípulos estaban reunidos a puertas cerradas, encerrados no solo por temor a
los judíos sino también encerrados en sus propios miedos, culpas y preguntas,
encerrados en lo que fue y en lo que habría podido ser. Sin duda necesitaban la
libertad que solo Cristo puede dar a sus corazones y mentes para comprender el
mensaje que El compartió con ellos.

Por
todo esto creemos en un Dios de justicia y de amor, capaz de superar y vencer
toda maldad. Creemos en un Jesucristo que habiendo sufrido la humillación de la
cruz ha vencido a la muerte asegurándonos la libertad, abriendo las puertas de
nuestros encierros, rompiendo las cadenas que nos sujetaban.
La
Pascua, es el renuevo, es la puerta abierta a una nueva esperanza, a una nueva
vida… es el inicio del camino hacia la libertad prometida por Dios.

Este
regalo del Jesús resucitado, LA PAZ, nos desafía a cuidarla, a defenderla y a
engrandecerla; vivimos en un mundo falto de paz, por eso Jesús nos llama a ser
pacificadores bienaventurados.
La
Palabra nos exhorta: “Manténganse pues
firmes en la libertad con que Cristo Jesús nos hizo libres, y no se sometan
otra vez al yugo de la esclavitud” (Gal. 5:1)
De
variadas maneras podemos cumplir con esta exhortación transformándonos en
comunidades de paz; cada vez que nuestras oscuridades salen a la luz, cada vez
que estiramos nuestros brazos para levantar al caído, cada vez que somos
instrumentos de reconciliación, cuando pedimos perdón o cuando damos perdón…
En estas y muchas otras circunstancias somos verdaderos testimonios de la resurrección de Jesucristo, que es Paz y Amor.
Que el mensaje de la resurrección que sentimos y proclamamos sea un mensaje de paz, que nuestras comunidades sean constructoras de esa paz; y que cada uno de nosotros/as con gestos genuinos de paz y amor mostremos allí donde vivimos, trabajamos o estudiamos que la vida con el Jesús resucitado trae verdadera paz, esa que viene de su Espíritu Santo y nos convoca a todos/as y cada uno/a.
Oración: Señor y Padre nuestro, gracias te damos por la vida de Jesucristo que vino a morar entre nosotros para ayudarnos a comprender tu mensaje de paz, gracias te damos porque en tu gran amor diste en sacrificio a tu Hijo por nosotros, para liberarnos de las cadenas que nos atan en este mundo y devolvernos la esperanza de una vida nueva. Amen
Mariana Beux
Pastora
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